Obesidad
La obesidad es una enfermedad crónica de origen Multifactorial prevenible, que se caracteriza por acumulación excesiva de grasa o hipertrofia general del tejido adiposo en el cuerpo; es decir, cuando la reserva natural de energía de los humanos y otros mamíferos —almacenada en forma de grasa corporal— se incrementa hasta un punto en que pone en riesgo la salud o la vida. El sobrepeso y la obesidad son el quinto factor principal de riesgo de defunción humana en el mundo. Cada año fallecen por lo menos 2,8 millones de personas adultas como consecuencia del sobrepeso o la obesidad.
La obesidad forma parte del síndrome metabólico, y es un factor de riesgo conocido, es decir, es una indicación de la predisposición a varias enfermedades, particularmente enfermedades cardiovasculares, diabetes mellitus tipo 2, apnea del sueño, ictus y osteoartritis, así como para algunas formas de cáncer, padecimientos dermatológicos y gastrointestinales.
Por la asociación de factores predisponen tes y circunstancias favorecedoras: ambientales, genéticas, algunas enfermedades, etc. La causa última y más frecuente es un desequilibrio en el balance energético: comemos más calorías de las que gastamos, y éstas se acumulan en forma de grasa. Pero es la interacción de muchos factores lo que produce este desequilibrio, lo que hace que la obesidad sea una enfermedad compleja.
¿Qué factores ambientales producen el aumento de peso?
El ritmo y las condiciones de vida actuales favorecen en todos sus aspectos que este equilibrio se rompa y nuestro peso aumente. Es fácil que si no prestamos el interés debido comamos más de lo que gastamos; y, además, cada vez somo más sedentarios/as.
Entre los factores principales están:
- Sobreabundancia en la oferta y consumo de comidas y bebidas con muchas calorías.
- Escaso consumo de frutas y vegetales.
- Desorganización en las comidas, comer a deshoras, deprisa, cualquier cosa...
- Aumento del sedentarismo, tanto en horas de trabajo como de ocio.
- Disminución de la actividad física.
- Estrés y falta de sueño
Hábitos a cambiar para una alimentación saludable
Pocas grasas, variedad de frutas y verduras y fibras: así se podría sintetizar una alimentación sana. Pero los especialistas en nutrición ahora apuntan no sólo al qué, sino también al cómo, la manera en se ingieren los alimentos. Es que hay hábitos poco saludables que conspiran contra el éxito de una dieta sana, como comer rápido, masticar poco o guardar alimentos tentadores a la vista. Costumbres que conviene cambiar, según expertos consultados por Clarín.
1. Comer rápido.
“Comé despacio y masticá cada bocado 20 veces”, recomendaban las abuelas. Los nutricionistas sugieren lo mismo. “Comer rápido nos hace obesos. Comer apurado hasta sentirse lleno multiplica por tres los riesgos de sobrepeso” Al comer, la distensión gástrica es una de las primeras señales de saciedad. Se transmite por el sistema nervioso vegetativo hasta el hipotálamo, centro regulador que se encuentra en el cerebro. “Si comemos rápido no le damos tiempo al estómago para que envíe la señal”
2. Comer “automáticamente”.
De parados, mirando la tele o el monitor de la PC. “Es perjudicial ya que no tenemos una conducta de orden y de disfrute, de respetar nuestras sensaciones de saciedad–hambre. Se come sin discriminar sus necesidades o apetito”, Las consecuencias pueden ser varias: ingesta de alimentos de mala calidad nutricional, poca variedad, y el riesgo de comer de más y en forma insuficiente, al mismo tiempo. “Hay que tomar conciencia de que no darle el espacio que se merece al momento para comer es malo para la salud.
3. Asumir una posición de “ataque” ante la comida.
La batalla es entre el plato y la persona, en una guerra a todo o nada., esa actitud frente a la comida sólo favorece la velocidad, algo directamente relacionado con la saciedad. ¿Un consejo? “Cada dos bocados apoyar el tenedor y el cuchillo a los lados del plato, y masticar despacio. Así facilitaremos la saciedad y podremos tener un peso saludable”, sugiere la especialista.
4. Masticar poco.
“Masticar adecuadamente los alimentos, y no ‘tragar’, nos conecta primero con el sabor. Pero lo más importante: la masticación es el primer paso del proceso de digestión”, apunta Marcela Ciaño, jefa de Nutrición de la Suizo Argentina. “Los alimentos deben llegar triturados al estómago para poder realizar adecuadamente el proceso de emulsión que le corresponde al estómago y de absorción en el intestino”, explica. Conviene tomarse 20 ó 30 minutos para comer.
5. Servirse porciones grandes.
Para una correcta alimentación las cantidades deben ser razonables, no abundantes. “Para eso es aconsejable colocar en un plato playo todos los alimentos a consumir en dicha comida. Y luego, las frutas. Esta práctica genera un mayor control por parte de la persona en la ingesta de los alimentos y una menor transgresión después”
6. Repetir los platos.
Una costumbre que va a contramano de lo que recomiendan los especialistas. “Lo ideal para no repetir los platos es realizar un menú de cuatro comidas. Primero nos tomamos un buen plato de sopa, luego una abundante ensalada o vegetales hervidos. Esto genera es que la panza se nos llene. Después una buena porción de carne, y terminar la comida con una fruta o un buen plato de gelatina. Para asimilar mejor los alimentos, hay que quedarse sentado unos 15 minutos”, recomienda Martorelli.
7. Beber poco líquido.
El 70% del cuerpo es agua, necesaria como diluyente y como vehículo para eliminar toxinas. Por eso es muy importante controlar adecuadamente este factor. Se debe ingerir líquido a lo largo del día. mientras comemos no es recomendable ingerir grandes cantidades de agua ya que diluye el jugo gástrico. Lo mejor es tomar normalmente, sin sobreexigir”.
8. Llevar fuentes a la mesa.
“Los humanos comemos todo lo que tenemos a mano”, arranca Katz. Para combatir el descontrol alimentario o el “picoteo” lo mejor es armarse un “ambiente seguro”: crear un área donde no esté cerca lo que no podemos manejar por sabroso, porque no requiere esfuerzo preparar o lo que está listo para comerse. “Si contamos con muchas unidades, terminaremos consumiendo más de lo que resulta saludable”,
9. Hacer la sobremesa sin retirar los platos.
La sobremesa también tiene que ver con respetar el tiempo adecuado de la alimentación. “Si existe el buen hábito no importa si despejamos o no la mesa”, señala Triforme. En otros casos puede ayudar.
10. Guardar alimentos tentadores a la vista.
Un problema muy similar al del punto ocho. Leal sugiere acomodar los alimentos en la heladera o alacena de tal manera que no queden a la vista.
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